miércoles, 20 de noviembre de 2013

En los desórdenes de junio (fragmento 1)




JUANSA LEONA

Cobardia de Milerres. ¡A qué rastrojar perdones! La Juansa no sabe de quién es la criatura que lleva en las entrañas. Don Cuco Milerres, ¿no serás el dueño? Sordo a los ofrecimientos de la criada en un comienzo, terminó por guardarla como a su única amante y aunque se resistió siempre a besarla en la boca, pudo ella conducir a veces sus delicadas finanzas.

Todos 1os teléfonos se ocupan una vez por semana para indagar: ¿estas encinta? Y por las mañanas la vocecita nueva del niño pregunta.

Juansa Leona, el óvalo de su rostro surcado de pena. ¿Por qué no pides nada? ¿A qué dejas la luz encendida durante el invierno? Lejos de aquí, en esas horripilantes caídas, abajo, en la casita, opacos 1os vidrios de salpicadura y torcidos a muerte, la mancha oscura de los pinos. Despreciable historia. Tallada en el peligro la escala que une el precipicio con la playa prisionera. Han dejado en las innumerables cuevas restos de naufragio, ceniza, fogatas, nostalgia y mierda. Mendigos harapientos que antes la habitaron, piratas, contrabandistas, navales descalificados, una ralea de infelices entre 1os cuales se contaba un cantero ciego que no salia de las sombras debido a la gangrena de sus piernas, nidal de gusanos, ebrio en su lecho de vendas.

En la maternidad, la Juansa Leona, el pelo abundante, cubría indiferente al niño sin nombre. Milerres, en puntillas, cruzó cien lechos de recién paridas. Los padres en actitudes indecentes cubren de besos las plantas de sus críos. Actitudes y caricias reservadas exclusivamente a las madres. San Jose descargó sus ternuras en el bastón que lo apova y dejo a María todo lo referente a calzones, arrurrúes, baberos y mudas. ¿Dónde está el niño?, preguntó Milerres. Y la Juansa, orgullosa, desvió la mirada. Bajo las sabanas estaba. Pero, ¿adónde? ¿A derecha o a izquierda? Oprimido, sepultado bajo ese descomunal derrumbe que es el seno, mamaba el infante con fuerza.

Una pareja adinerada descendió del automóvil. Tanto ella como él lucían el desgaste que provocan 1os diálogos nocturnos. Pareja estéril, coleccionista, presentaron mil certificados de buena crianza y se llevaron al niño. Casa en donde el polvo es expulsado a diario, una cuna a la moda y una criatura para quien el tiempo es traidor, que lo transforma en el hijo de esos reyes. La Juansa vuelve donde 1os Milerres, se apoya en el lavaplatos y 1os enjuaga con llanto. Tocata y fuga para 1os que mojan sus almohadas de noche. Humillación de que se vale la vida para otorgarse de nuevo.




De "En los desórdenes de junio", Editorial Zig-Zag, Santiago, 1970

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