sábado, 26 de marzo de 2022

Couve: un hallazgo gratificante. Extracto de una nota de Iván Quezada E. a César Aira (nov. 2003).

 


¿Observa una mayor comunicación entre las narrativas de Chile y Argentina en los últimos años?

Puede que nos afecte la globalización. Sé que ahora, en las generaciones latinoamericanas posteriores a la mía, ha habido mucha lectura de los nuevos novelistas estadounidenses, como en nuestra época hubo un influjo de la cultura francesa. En ese sentido, me siento cercano a Adolfo Couve. A él lo descubrí hace pocos años, cuando ya estaba muerto. Y fue un hallazgo muy gratificante. Salvando las distancias, porque es un escritor genial y yo no, lo siento como un hermano. El acentuaba un poco más el costado neoclasicista, pero lo hacía con la maravillosa eficacia de un clasicismo algo frío que transmite experiencias pasionales.

A propósito, ¿se enteró de que Ignacio Valente rebatió su crítica de Adolfo Couve, en donde lo concibe como un narrador aficionado?

No afirmé que Couve era un aficionado, sino que el había preferido esa figura del escritor marginal, porque le daba más libertad para hacer esa obra tan singular, entre la imagen y la palabra. En todo caso, no creo que les hagan un favor a los escritores muertos esos críticos que se ponen en posición de viudos. Mi admiración por Couve es máxima y, sin embargo, si le hallara cosas que cuestionar, lo haría. Proliferan estas figuras de los viudos o viudas. Me pasó cuando escribí un par de libritos sobre Alejandra Pizarnik. Sus viudas me los rebatieron enojadísimas. Alejandra usó el plagio como un recurso estético peculiar y las pizarnikianas me han querido crucificar por decirlo, ya que la mera palabra plagio suena mal.

El escritor conta el espejo, Iván Quezada E.,  Rocinante (Santiago, Chile)-- no. 61 (nov. 2003) p. 20-21.

La nota puede leerse completa  en:
http://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/colecciones/BND/00/RC/RC0115656.pdf