domingo, 1 de diciembre de 2013

En los desórdenes de junio (fragmento 7)



GASTON DEL SEBO


  Un día, el Rey se aburría. Entonces dijo al pintor de la corte: "Hacedme, señor, un retrato ecuestre.", Para ello no sólo era necesario un caballo relleno de estopa, sino además un lacayo obediente, que posara y soportara durante largas horas el peso de las vestiduras, emblemas y condecoraciones del monarca. El Rey tan sólo posaba la cabeza. Así estos retratos se han hecho célebres por tener el corazón anónimo y plebeyo, y del Rey tan sólo el "rostro insuperable". Por ello, Gastón del Sebo, camarero y rufián a sueldo, dijo a su mujer (una partera de regular acierto) que el retrato que exhibían tenía muy poco de su señor
y en cambio de él, el cuerpo entero.
  De esto se desprende que los caballos levanten a perpetuidad sus patas delanteras y quieran voltear al impostor que ostenta una cabeza ajena.

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