sábado, 26 de abril de 2014

Semblanzas del Cuzco

"Vista en el Cuzco". Tinta sobre papel, 17 x 12 cm. 1978.


                                                                                     Para María Luisa Bombal


Ahora se perfilaban nítidas las montañas que circundan la ciudad imperial de los incas. El verdor de sus campos inundados trepa las laderas a competir en intensidad con el azul profundo del cielo, en donde gigantescas nubes luminosas permanecen horas sin que el viento las desfigure ni desplace. La atmósfera más diáfana del mundo engaña a los sentidos percibiéndose como cercanas, profundas hondonadas y escarpadas alturas que en realidad están muy lejos. Al fondo de las quebradas, el extenso valle sagrado alberga el río Vilcanota que pierde su nombre cuando la sierra se interna en la selva. Ahí la vegetación cubre enteramente la tierra roja y abundan enredaderas de flores blancas que carecen de olor. Sin embargo, en los parajes más hondos hay limoneros y naranjos que conservan todo el año el azahar. Cedros, álamos, sauces, olivos y nogales desalojan a los molles y viejos pisonayes, de cuyas ramas cuelgan helechos parásitos. Es la región del Urubamba, que limita por el norte al cercado del Cuzco.




(Texto publicado originalmente en El arco y la lira No 5, Universidad de Chile, Santiago, 1980, p.34; y en las Obras Completas, Tajamar Editores, 2013, p.803)

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