viernes, 25 de abril de 2014

El Realismo y "El Arte por el Arte" en la estética de Adolfo Couve por Valentina Schuze





Remitirse a la estética de Adolfo Couve, significa concebir los propósitos que la sustentan. Propósitos figurados en el Realismo al que adhiere y en la noción “El Arte por el Arte”, sobre la cual se erige toda su poética, su comprensión de la verdad del objeto como manifestación de su trascendencia develada en lo efímero, que luego es trasuntada a la esfera inmortal del arte por medio del trabajo del artista. Couve aparta de su obra toda moraleja, no pretende tornar consciente al receptor sobre algún hecho del que no está al tanto, o impactar a través de la exaltación de lo subjetivo, con el fin de afectar la sensibilidad del destinatario mediante apreciaciones personales, sociales o políticas; tampoco ostenta la intención de poder ampliar la cosmovisión de éste –el sujeto receptor- o de encauzar el perfeccionamiento de sus costumbres. No busca satisfacer los gustos actuales con una literatura vanguardista que escribe sobre temas de moda. No se adhiere a la puesta en escena de un hecho curioso para incentivar la capacidad imaginativa de los lectores, como tampoco pretende ejecutar gestos heroicos a través de su semántica, explicitando una reflexión ética frente al acontecer post-moderno o tardo-moderno. La palabra escrita, la frase, la sintaxis, la elipsis, la sustitución, se transforman en el signo de la belleza expresiva, que a partir del tratamiento del significante enuncia su paralelo artístico en los mecanismos constructivos de la imagen visual, donde los procesos de síntesis, la economía de medios, la mancha; expresan la esencialidad plástica del objeto en cuanto a su carácter imperecedero, latente en la realidad transitoria, traducida y transportada hacia el sustrato providencial del arte mediante la pincelada del artista. De este modo, la idea a manifestar yace supeditada a la estructuración de la forma y sublimada por medio del estilo, de la retórica de la mancha, del trazo del pincel...

Aduciendo a las palabras de Couve, éste explicitaba: “Detesto lo anecdótico y me carga la “imaginación”. No la he ocupado nunca. Si la ocupara podría hacer una novela al mes, pero no me interesan las novelas que consisten en andar destapando los techos de las casas para mirar lo que está pasando adentro. Esos son folletines, vida privada, escándalo. Un artista jamás hace eso, porque si yo me pongo a destapar los techos voy a encontrar un público que lee por curiosidad y no por la aventura del lenguaje”(1). La adherencia a “El Arte por el Arte y la autonomía de la forma”, no tiene otra significación sino la del abocarse a las problemáticas que le presenta su propio trabajo, desatendiendo los discursos ajenos a la especificidad que caracteriza su categoría estética. Problemáticas que se enfocan al logro de un estilo depurado, al tratamiento de la pintura y la literatura desde sus propios mecanismos constructivos, a definir el campo autónomo que las condiciona. Principios que apelan a la pureza de la forma vaciada de todo discurso social, político, ético o religioso, ajenos a naturaleza del signo. Principios que encuentran en la precisión y la economía de medios, los exponentes simbólicos de su concepción realista, debido a que ambos conceptos conciertan el vaciamiento de datos impropios a las virtudes sígnicas del motivo. Así los procesos de síntesis resuelven y exhiben la traducción de las esencias de las cosas y su sentido universal que yace en lo pasajero. Universalidad develada y rescatada del escenario cotidiano, común a todo el ser humano, al sentido fugaz y efímero de la existencia, de la edad en el hombre de toda época y de todos los lugares. Espacios habituales en los que nos vemos reflejados, la casa, el pasaje, la calle, la provincia, el entorno natural venido a menos, con sus apariencias rebajadas y simples, que nos son familiares y frecuentes; determinan el referente substancial de toda su temática, el sentido universal-estético de su concepción realista. Así desaparece lo fantástico y lo desatendido cobra un valor imprescindible. Couve expresaba: “La economía que yo persigo en el lenguaje es para que salga una cosa fome, porque lo fome para mí es lo entretenido. Está todo saturado de entretención. Veo una película entretenida y al tiro me aburro, pero si aparece por ejemplo una señora de clase media preparando sánguches en la televisión, ahí me enchufo. Donde no pasa nada, pasa todo; no pasa nada, pero pasa todo lo mío. Valoro a las personas sobre las que no se sabe nada; a las personas que pasearon por la terraza de Cartagena el año 30 con un hijo de la mano y no fueron para ninguna parte; a los que ocuparon piezas en las residenciales, que abrieron los cajones y se fueron.”(2)

Adolfo Couve se desprende de toda fijación egótica, por ende, el traspaso del yo particular al otro universal, cobra un valor imprescindible dentro de su obra. En su narrativa, el relato en tercera persona encauza la distancia del yo a través de ese otro, de un “él”, cuya importancia se presenta en la ausencia de la omnisciente autoría, en el recurso literario que constituye y determina la mediación entre lenguaje y mundo. Reflexión que explica la abstracción del yo y su manifestación latente a partir de “el otro” que lo integra y universaliza, al distanciarlo de toda vanidad, al fundirlo en la forma, en la frase, “evitando las aproximaciones, irrealidades, o un exceso de proyecciones personales (…) para no desdibujar los hechos e involucrarse con su participación en ellos.”(3)

El estilo de Couve se basa en componer la expresión de lo bello logrando la mediación exacta entre el refinamiento de la escritura y la banalidad extrema del tema, reflejando que en aquellos personajes o localidades, cuya existencia delata lo que precisamente no es “material digno de ser mostrado o representado”; se exhibe la belleza en cuanto “<<un estilo brioso, pintoresco, sutil, excepcional sobre una trama argumental banal>>” (4).

El artista relaciona la experiencia del arte y la belleza con el espectáculo indescriptible del entorno natural, que, a través de la simpleza de sus líneas, sostiene y posibilita la vida del hombre, tal cual como el arte sostiene y posibilita la expresión sensible e inestable del trazo del pintor en la dicción de la apariencia. Cualidades explícitas del signo estético Couveano, donde la presencia lingüística y la infinitud del sujeto anónimo, desaparecido e inmortalizado por la producción artística, se conjugan como inscripción de belleza. Cristian Warnken pregunta a Couve en su última entrevista:

“¿Por qué para ti la belleza está en lo deteriorado? / -No sé, pero ahí está- es que no sabemos lo que es la belleza, la belleza es esquiva, yo sé donde no está. / -¿Dónde no está? / -No está en los malls, ni en el fútbol, ni en las teleseries, ni en lo brillante, ni en el arribismo, ni en la gente que corta los árboles y no respeta la naturaleza...(...)... / -¿Por qué? / -Porque cuando una cosa es bella...(...)...Es lo mismo decir mar que decir pirámide, es lo mismo decir árbol que madonna de Rafael. Esos son artistas extraordinarios que han podido poner en la lista de lo que existe lo que no existía y que la naturaleza necesitaba.”(5) ...Que la naturaleza del hombre necesitaba para retener la infinita existencia del Cosmos en su propia existencia, en la producción artística devenida obra insigne y contemplada a lo largo del tiempo.

El sentido de la trascendencia..., de retener el eterno presente en la imagen pictórica, enfatizando la epifanía de la belleza que anida en sus rasgos, señala metonímicamente el carácter inmortal del arte a través de la reproducción realista, discurso que Adolfo Couve reiteró más de una vez, expresando…:
“(...) el realista le tiene mucho miedo a la muerte, ...(...)..., y se afirma entonces en esas ecuaciones de perfección, síntesis, economía de medios, de búsqueda de la esencia de las cosas, para poder creer en algo y para poder rescatar del tiempo lo que sucede con las personas con el tiempo; el realista le tiene terror al desgaste, eso es lo que vemos en “Las Meninas”, ese intento por sacar del tiempo a esa niñita” (6).

Relato inacabado tras el referente pictórico develado por el tratamiento de la plástica, donde el color-valor, el color en su iluminación natural, en la precisa nitidez cromática reflejada con la claridad del día, asume un hegemónico protagonismo… Aduciendo a las palabras de Couve:

“Cuando un pintor reproduce cada elemento tal cual es, estos se van diferenciando entre sí, y desde este modo, la variedad de las calidades ayuda a la captación de la realidad total” (7).

El fondo y la forma conviven en unidad, unidad lograda mediante la mancha que tras sus variadas manifestaciones, determina la tercera dimensión,“Manchas de diversa consistencia que se alternan y arman huecos y salientes” (8), manchas que vivifican la disposición de los planos, y resuelven la concisión realista descubierta en la totalidad de la obra, posibilitando la infinitud de ésta, su “perpetua trascendencia”.

Adolfo Couve expresa la admiración personal que sentía hacia aquellos artistas que tras su atenuada desaparición inscribieron con su trazo una poética en el tiempo. Ejercicios pictóricos contemplados como obras insignes, paradigmas estéticos, donde la pincelada expone la resolución de un problema plástico. La pintura tratada desde la pintura o “El arte por el arte”, conjunción sígnica de la belleza que el artista, de alguna u otra manera torna visible en su literatura. En LA COMEDIA DEL ARTE, incorpora el relato alegórico, la personificación del pintor de caballete, que a la vez refiere a su propia persona mediante la dicción del autor: “Camondo regresa tarde. Una vez en la pieza, vuelve al tema del arte. Prende al muro una desvaída reproducción de la Ronda Nocturna y comienza con esa peregrina idea de hacerle ver a Marieta que, así como los valores del claroscuro son tres, sombra, luz y media tinta, este trío, magistralmente distribuido en la obra de Rembrandt, tiene su analogía o guarda relación con la Divina Comedia del Dante; y sombra es infierno, media tinta purgatorio y luz paraíso” (9).

La problemática del claroscuro, -tratada en la Ronda Nocturna de Rembrandt-, es retomada por el artista en cuanto a la noción “El Arte por el Arte”, donde las figuras están dispuestas para revelar el discurso de la pintura en que la luz, la sombra, la media tinta, se tornan en los principales protagonistas. Discurso al que adhiere mediante su propia expresión plástica, que lo impulsa a “pintar la forma pura, despojada de toda utilidad”(*)..., donde el tema es un mero pretexto para desarrollar una problemática del lenguaje.

Así, ante su premisa de que “Menos es más”(**), Couve fija una mínima cantidad de elementos en el plano, traduce a modo Cezanneano los aspectos incorruptibles del fenómeno, retiene lo verdadero, es decir lo que no presenta un carácter mutable y que prevalece en la sucesión instantánea del motivo.

Elementos que en su nimiedad denotan la belleza, el placer de contemplar lo reconocido en la experiencia común. En la experiencia develada por los contenidos plásticos que porta el objeto y que son tratados por la propia pintura. La estética de la transparencia deviene aguadas precisadas por el pincel, adscribiendo lo “fantasmagórico-incorpóreo” en algunas de sus obras, el acercamiento a la nada, a lo anicónico o al Nadismo expresivo, que enuncia además la síntesis de su retórica, la inscripción de la mancha en la obra del artista. La teoría de los complementarios en su correspondencia con la esencialidad de lo nimio, da forma a las virtudes plásticas del objeto dispuesto sobre el lienzo, cuya amplia gama de valores encauza la verdad del motivo realista, su universalidad y trascendencia.

Adolfo Couve se desprende de lenguajes ajenos a la pintura (collage, serigrafía, fotografía, etc), para ejecutar, con la máxima economía de medios plásticos, el sentido puro y directo de su objetivo: traducir las esencias de las cosas. Desprecia los decorados artificiales, las soluciones forzadas, los temas literarios. Descarta convenciones éticas o estéticas del arte de la vanguardia o de la pintura comprometida con la acción social. -“Es feo comprometer a la pintura. No se combate con un pincel” (10)-, decía. El artista, consciente de su tiempo, toma distancia de la escena contemporánea, de los fenómenos vanguardistas queafectan la pureza expresiva de la pincelada... Exponía: “(...) para llegar a esa claridad respecto de lo que quiero, tuvieron que pasar el Informalismo, el Pop y todos esos ismos: yo no podía perder la vida tratando de coincidir porque hubiera sido un pintor como hay tantos y que se parecen a tantos. Ahí me di cuenta de que lo mío tenía cabida de otro modo. Yo nunca fui vanguardia, no lo sentía” (11).

La pintura de género pasa a ser el leitmotiv de toda su producción, naturaleza muerta, paisaje, retrato. Lacomposición es resuelta por medio de los contrastes de color, describiendo el sentido perspéctico que orienta el motivo en el espacio bidimensional.

Tonalidades cálidas y frías tratadas por medio de empastes, figuras retratadas a través de la mancha, intensidades colóricasexpresadas en sus calidades naturales; conciben la disposición de los elementos sobre el lienzo. Así, de un fondo bermellón o negro resalta el tono blanco, o de un fondo oscuro emerge la calidez opaca del rojo o la expresión lumínica en su fría intensidad, permitiendo el contraste y la expresión del motivo. El vacío o lo ahuecado también yace posibilitado por las mismas relaciones: Claroscuro (Blanco-Negro); tonalidades complementarias (Rojo>cálido/ Verde> frío; Rojo>cálido / Negro> ausencia de color {frialdad}). El ejercicio pictórico posibilita la autonomía del color ante la presencia de los objetos; resolución plástica que atiende a la noción “El Arte por el Arte”. El artista asimismo fija escenarios naturales en los que se distinguen una o dos figuras, expone la majestuosidad del entorno, siendo éste el principal protagonista, donde todo rasgo figurativo, se pierde tras la inmensidad de la naturaleza apreciada en el valle y el litoral. Lo vasto anida en lo nimio, abordado en lugares que padecen el olvido y la marginalidad, en Cartagena, en zonas del Centro del país. Couve traduce el ejercicio del pintor, así toda expresión egótica es solapada por la trascripción de la pintura y la mancha determina la esencia de la realidad, trasuntada a una nueva, a la realidad inmortal del arte, al aspecto trascendental del signo. Aludo a la dicción couveana expuesta en LA COMEDIA DEL ARTE para referir a los ejercicios de pintura del artista:
“Mostraba facilidad innata para encontrar el tono preciso, sus manos hábiles sabían oprimir lo justo de los pomos y sin exagerar la cantidad, la hacía rendir.

Nada ensuciaba, no sobraba tampoco nada y los colores llevados a la tela, volvíanse inmediatamente de pasta en manchas y éstas, superando la materia, se convertían en una nueva e increíble realidad” (12).

La imagen de Adolfo Couve, su transitar apresurado, distante, inconexo, sus últimas frases que resuelven a modo de premisa estética la muerte del autor, tratándose quizá de una indagación más en las temáticas del lenguaje, donde Camondo, el pintor de caballete, el hombre de cera, el protagonista de sus últimos libros es quien posibilita el desdoblamiento de éste, el autor, el soliloquio del artista que antecede la memoria de un acto, la trágica alegoría encarnada en su propio destino:

_“¡vámonos, Camondo, acá ya no nos quieren, acá todo está terminado! ¿Qué será de ti a la hora de mi muerte? Una sombra, un deleite de la envidia, un montón de ruina, como esos pájaros cautivos que de pronto se escapan y, aterrados, solos, hambrientos, las plumas vueltas, llaman a gritos desde la copa de los árboles, para que sus amos los encuentren, y sometan otra vez al cariño de sus jaulas; te llevaste, Camondo, lo mejor del desfile, no hubo clavel que no rebotara en tu pecho, tu pecho hueco, peto de mala resonancia, latón de fantasía festoneado con ese par de leones rampantes baratos hechos en molde; Camondo
al proscenio, yo al último rincón del paraíso” (13).


Notas:

1. Conversación inédita: Entrevista de Claudia Donoso a Adolfo Couve. Publicada en revista PAULA en marzo de 2000. (Palabras de Adolfo Couve).

2. (Palabras de Adolfo Couve) Entrevista de CLAUDIA DONOSO a ADOLFO COUVE: Autorretrato de Artista. Publicada en revistaPaula en abril de 1998. www.couve.cl

3. COUVE, ADOLFO: La Lección de Pintura: Consideraciones en torno a una crisis. Texto adjunto a La Lección de Pintura, presentada como tesis para optar al grado de Licenciado...

4. A. Albalat, Gustave Flaubert et ses Amis, op. cit., pág. 43. Citado por BOURDIEU, PIERRE: Las reglas del arte. “La Conquista de la Autonomía”. Pág. 153.

5. Última entrevista a Adolfo Couve: “Los Grandes Artistas Viven la Eternidad Aquí”. Por CRISTIAN WARNKEN.

6. Última entrevista a Adolfo Couve: “Los Grandes Artistas Viven la Eternidad Aquí”. Por CRISTIAN WARNKEN.

7. COUVE, ADOLFO: Una aproximación a “Las Meninas”, de Velázquez..“El Arco y la Lira”. Revista de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile. Ejemplar Nº2 (1978), pág. 9-15. Crítica e Interpretación.

8. COUVE, ADOLFO: Ibid. Nota 7.

9. COUVE, ADOLFO: La Comedia del Arte, Cartagena 1992-1995.

(*) COUVE ADOLFO: El Retrato de León X, de Rafael Sancio: Rafael. www.couve.cl
Palabras de Adolfo Couve.

(**) CAMPAÑA, CLAUDIA: CUADERNOS DE LA ESCUELA DE ARTE:
Aproximaciones a la obra pictórica de Adolfo Couve. Pág.105.

10. Palabras de Adolfo Couve: Entrevista a Artes y Letras, El Mercurio de Santiago. Citado por CLAUDIA CAMPAÑA en Adolfo Couve, Una Lección de Pintura. Pág. 61

11. En entrevista a revista Caras. Citado por CLAUDIA CAMPAÑA en: Adolfo Couve, Una Lección de Pintura. Pág. 107-108.


12. COUVE, ADOLFO: La Comedia del Arte. Capítulo Segundo: Desagravio de los Dioses. 1.

13. COUVE, ADOLFO: Cuando pienso en mi falta de cabeza (La segunda comedia): II. Confesión del Infiel. Cartagena, 1996-1997.




BIBLIOGRAFÍA

BOURDIEU, PIERRE: Las reglas del arte. Génesis y estructura del campo literario.
EDITORIAL ANAGRAMA S.A. 1995
Barcelona, España

CAMPAÑA, CLAUDIA: Cuadernos de la Escuela de Arte: Aproximaciones a la obra pictórica de Adolfo Couve.
PUBLICACION PERIÓDICA DE LA ESCUELA DE ARTE PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATOLICA DE CHILE, Santiago, 1999

CAMPAÑA, CLAUDIA: Adolfo Couve Una lección de pintura
Editorial ECO Ltda.Tercera edición. Santiago de Chile, 2002

COUVE, ADOLFO: Cuando pienso en mi falta de cabeza (la segunda comedia)
Primera edición: Marzo del 2000
Seix Barral Biblioteca breve
Grupo editorial Planeta
Santiago, Chile

COUVE, ADOLFO: La comedia del Arte
Segunda edición: Marzo 1996
Planeta Biblioteca del Sur
Grupo Editorial Planeta Chilena, S.A.
Santiago, Chile

Tesis

COUVE, ADOLFO: La lección de pintura: consideraciones en torno a una crisis. (-Texto adjunto:
Tesis de Adolfo Couve para optar al grado de licenciado-)

Artículos

COUVE, ADOLFO: Una aproximación a “Las Meninas” de Velásquez. Revista “El arco y la lira” Nº2 (1978), p 9 – 15 . VELAZQUEZ, DIEGO RODRIGUEZ DE SILVA, 1959 – 1660

COUVE, ADOLFO: El retrato de Leon X, de Rafael Sancio
http://www.couve.cl

Entrevistas

1. Autoretrato de artista. Entrevista de Claudia Donoso a Adolfo Couve
http://www.couve.cl

2. Conversación Inédita. Entrevista de Claudia Donoso a Adolfo Couve
http://www.couve.cl

3. Última entrevista a Adolfo Couve.
LOS GRANDES ARTISTAS VIVEN LA ETERNIDAD AQUÍ. Cristian Warnken.
http://www.couve.cl

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