martes, 29 de abril de 2014

La vuelta del aristócrata por Marcelo Simonetti



  Hay quienes dicen que lo han visto paseando por Cartagena. Al amanecer. Junto a su perro Moro. Caminando por la playa en esa hora en que Cartagena casi no es Cartagena. Cuando está vacía. Calma. Sin gente. Un aristócrata en el corazón del popular balneario. Sólo que lleva cuatro años muerto. Desde el día en que lo encontraron colgando de una soga en su casa de la villa Lucía. Un fantasma refinado. De mediana estatura. Al que la luz lo saca de la oscuridad. Sobre todo ahora, en septiembre.
..... Adolfo Couve está de vuelta con más fuerza que nunca. No se trata del Couve literato que cautivó con esas novelas cortas comoLa comedia del arte o El picadero. Es otro. Uno menos conocido. Más desplazado en la historia que él mismo se encargó de construir. "Hasta hoy, la figura del escritor ha desdibujado al pintor. Al momento de su muerte había poco y nada escrito sobre su pintura, que es mucho más abundante y mucho menos intermitente de lo que se piensa. La verdad es que, a partir de 1973, él mismo se encargó de relegar su creación plástica a un segundo plano", dice Claudia Campaña, la responsable de esta resurrección del artista.
..... Couve saldrá de la penumbra gracias a una retrospectiva que incluye 80 pinturas y que se presentará en el Museo de Bellas Artes a partir del 3 de septiembre. A cargo de la muestra está, precisamente, la historiadora Claudia Campaña, quien, además, escribió Lección de pintura, el primer libro que rescata y analiza la obra de Couve.
-El acento del libro está en su obra pictórica, lo que no significa que yo dejara por completo de lado su obra literaria. Sí, he descubierto aspectos novedosos y he comprobado que hay mitos que no eran ciertos. Por ejemplo: Pablo Burchard nunca fue su profesor de pintura, algo que se ha repetido hasta el cansancio -explica.
..... La figura de Couve se ha llenado de mitos. Hay quienes aseguran que muchas de las obras que él creó terminaron consumidas por el fuego. Que le temía a la gente y que por eso, nada más terminar sus clases de teoría del arte en la Universidad de Chile, salía corriendo para evitar el diálogo, la conversación. Se lo retrata como un hombre austero, a pesar de sus recursos económicos. Un hombre que se fue despojando de todo. Hasta se ha sugerido una relación muy particular con su mozo, Carlitos, a quien Couve decidió adoptar una vez que llegó a Cartagena y al que dedicó su último libro. Lo que no es parte del mito fue su matrimonio, y posterior separación, con Marta Carrasco, con quien tuvo una hija, Camila. Su "exilio" voluntario en Cartagaena. La depresión que sufría y que lo habría llevado a tomar la determinación de ahorcarse el 11 de marzo de 1998.
..... En su literatura hay quienes han visto un carácter autobiográfico. Escenas que al propio Couve le tocó vivir. No es casualidad que su nouvelle Lección de pintura se desarrolle en Llay-Llay, escenario de su infancia. Que en el cuento Cuarto de huéspedes, por ejemplo, el papel mural inglés, "con pagodas, geishas de espaldas, cerezos en flor y puentes arqueados", sea el mismo que recorre su casa en la playa. Que en La comedia del arte haya un pintor que fracasa en su intento de copiar los colores del mar en su tela. Incluso, el escritor Germán Marín ha creído ver en el anciano y aristocrático personaje de Angélica Bow, de Balneario, unalter ego del propio Couve.
..... Su pintura no está ajena a esas huellas, aunque estas se manifiesten de manera más sutil.
-La obra pictórica de Couve está llena de referencias. Él pinta elementos muy simples, pero se trata de elementos o paisajes con los que ha tenido una relación de pertenencia. No intenta mundos. Los mundos que pinta están ahí. El tintero rojo es un cuadro que él hace a partir de un tintero que le regaló Alfredo Saavedra, quien lo compró en San Geminiano. Cuando pinta La academia de la lengua, es su perro el que aparece en el sofá de la casa mostrando su lengua. Él mismo no sólo aparece en sus autorretratos, sino también se retrata sin facciones en la serie de naturalezas muertas, en las que evoca lo que es ese diálogo entre luz y sombras. El objeto se repite y esa vasija que aparece en la penumbra es, en cierta medida, Adolfo -sostiene Daniel Fernández Dodds, médico y magíster en historia del arte.
..... Fernández Dodds está empeñado en poner en el sitial que corresponde la imagen y la obra de Couve. Está a la cabeza de la fundación y se ha preocupado por restaurar la casa que el artista habitó en Cartagena para convertirla en un museo de artes decorativas. Los fines de semana realiza visitas guiadas por la casa de Cartagena, que ahora está a su nombre y a la que, según él, parecía estar destinado. De otra forma no se explica algunas coincidencias de la vida, como el haber descubierto unos bocetos de Couve en los que aparecía dibujada su perra Anastassia, una de las pocas borzoi que hay en Chile, y a la cual nunca conoció porque Fernández Dodds jamás entabló amistad con el pintor. O el hallazgo de un querubín que estaba atado en uno de los capiteles de la casa y que es idéntico a uno que él guardó de los días de su infancia.
..... Su admiración por Couve es grande. Al punto que sus alumnos de medicina saben que una clase estará dedicada al pintor: "Los médicos necesitan saber mirar y hay pocos en Chile que hayan mirado como Adolfo", apunta.

COUVE, EL LUMINOSO

..... Couve fue un niño rebelde. Nació en Valparaíso en 1940 y fue criado con el rigor de los jesuitas y el de su padre, que incluso fue cónsul en Roma. Desde pequeño se rebeló contra toda
institucionalidad. "Fue tremendamente retraído -dice Fernández Dodds-, rebelde para su época. No le gustaba ir al colegio. Llegaba atrasado a clases. Por las tardes, en vez de practicar las lecciones prefería ir a la matiné y pasarse toda la tarde viendo películas en blanco y negro. O ir a visitar a su vecina borracha o conversar con aquella otra que trabajaba en Lan".


..... Hay registros que dicen que a los 9 años escribió su primera novela. Y otros que aseguran que el Couve pintor nació antes que el escritor, cuando su tío José le regaló una caja de pinceles a los 12 años. Con ella es que pinta Rácimo de payasos, obra con la que Couve se estrena en la pintura. Estudió en el colegio San Ignacio, en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile, en L´Ecole des Beaux Arts de París y en The Arts Student League en Nueva York.
..... Tenía una particular visión del arte. Su lema era el arte por el arte, la búsqueda del equlibrio de la forma, que no es otra cosa que la belleza.
-Si había algo que Couve abominaba del arte, era el arte contenidista, narrativo, panfletario. La moraleja, las grandes enseñanzas, el arte didáctico. En sus clases, él exigía capacidad de síntesis, decir todo con nada, eliminar lo anecdótico, lo accesorio. Describir un objeto en media página. Yo lo afilio a la tradición de la pintura de González y Burchard, que creo corresponde a la segunda gran etapa de la historia de la pintura chilena. Con un concepto de belleza muy propio, que se basa en la belleza del instante, de la luz, de lo evanescente, de encontrar la poesía en los pequeños gestos cotidianos -dice Guillermo Machuca, profesor de teoría del arte de la Facultad de Arte de la Universidad de Chile.
..... Couve sabía que la belleza no estaba en los malls ni en el fútbol, ni en las teleseries. Ni en lo brillante ni en el arribismo Que somos en la medida de la luz. Como le decía a su discípula, Natalia Babarovic: "Entiende, Natalia, todo es gris". Y Natalia miraba a su alrededor y veía el verde de las hojas, el café de la tierra, el amarillo del limón. "Y no entendía -dice ella-. Claro, se refería a la media tinta, a cómo todo sale de la oscuridad". Dicho de otra forma, sin luz no existimos.
..... Ahí se entiende también su obsesión por las naturalezas muertas. "A Couve le interesaba un comino el limón que pintaba -explica Natalia-. Lo que le interesaba era cómo esta superficie de limón, que tiene este color y esta textura, y que está puesto sobre este trapo gris, le da el sol de la una y cuarto de la tarde. Entonces, cuando uno mira ese limón, tiene la intuición de un instante de tiempo que pasa, un segundo en que la sombra caé así y no asá. Un instante que jamás volverá. Es la muerte del limón. Que todos nos volveremos ceniza".
..... Él se definía a sí mismo como un realista. "Quería hacer pintura pura, despojada de toda anécdota y le cargaba la imaginación -explica Claudia Campaña-. Detestaba, por ejemplo, a García Márquez. Tal como en sus novelas no hay nunca personajes muy exitosos o muy importantes, en sus telas le gustaba representar objetos modestos (una copa de huevo, un pedazo de zapallo, una taza o un plato), fragmentos de paisajes y figuras con aire informal. Estos, comentaba, eran un pretexto para ejercitar y poner a prueba su pupila."

TALENTOSO, BROMISTA, ARROGANTE

..... Era capaz de pintar un cuadro de un plumazo. Tenía talento de sobra. "Yo como pintor he sido bastante flojo -decía el propio Couve-. Tengo facilidad, pero no me he dedicado mucho. No me he jugado a fondo como lo hice en La comedia del arte. No se puede ser dos cosas, es muy difícil porque son distintas actitudes". Él deja de pintar a comienzo de los setenta y estará casi diez años sin tomar el pincel. Sus obsesiones, claramente, estaban más centradas en la literatura que en la pintura.
-Para mí, él tenía una mente literaria. Su relación con la pintura era muy cinematográfica, muy operática. Como si se sintiera observado. Como si estuviera actuando. A mí me hechó de su taller en Cartagena. Alcancé a ir dos veces. Recuerdo que salíamos a una terraza a pintar en unos caballetes con unas señoras. Mirábamos el mar y pintábamos. En esa casa antigua, con palmeras, pintando la bahía de Cartagena. Me sentía rara. Era una escena muy anacrónica. Me sentía en una película. Incómoda. Le dije que no podía pintar así, que quería pintar una tela grande, pegada a la pared. Y el me dijo, ¡ah, no, tú eres una pintora de otro tipo, moderna! Y me eliminó -cuenta Natalia Babarovic.
..... Además de confesar admiración por Flaubert, T.S.Eliot, Ezra Pound, Scott Fitzgerald, por el Neruda no comprometido, por Tiziano, Rembrandt, Velázquez, da Vinci, confería a personajes como Charles Chaplin, Marilyn Monroe y Greta Garbo la condición aurática que estaba afincado en La Gioconda. "Recuerdo que hizo una clase de esto. Para él, las actuaciones de estos tres actores eran los gestos de la gran pintura -explica Machuca-. Mostraba a Chaplin, a Marilyn Monroe y a Greta Garbo como personajes auráticos, sin peso, capaces de condensar toda la belleza. Cualquier gesto de Chaplin o de la Garbo era bello, físicamente bello. No necesitaba hablar. Couve tenía un concepto aurático del arte, no de aureola, sino de aquello que es irrepetible".
..... Couve dejó de hacer talleres a fines de los sesenta y se dedicó por entero a las clases teóricas en la Universidad de Chile y a la literatura. Sus cátedras eran apasionantes. Nadie podía llegar tarde y tenía caprichos algo insostenibles como la vez que echó a un punk por el sólo hecho de tener pintado el pelo de color verde. Tenía estas cosas, Couve. Salidas impensadas. Como cuando se encontró con un estudiante de música que lloraba desconsolado luego de descubrir que no tenía talento. "No te preocupes -le dijo-. Yo estoy lleno de talento y estoy más cagado que tú".
..... Estaba convencido de que el artista era un ser solitario Su planteamiento se oponía a la visión marxista del arte que plantea que el artista se debe a las circunstancias sociales de su época y que su obra es fruto de las condiciones políticas en las que este se desarrolla. Para él, el artista no necesitaba de procesos ni causas que defender ni ideologías en las que apoyarse.
-Couve era de la idea de que el pintor no debía contaminarse para ser universal. Lo universal es la forma, y el equilibrio de la forma es la belleza. Él planteaba el desinterés estético, que el artista estaba por encima de lo utilitario. La importancia de la belleza radica en su inutilidad. Una cuestión bastante aristocrática. La idea de que la belleza no puede ser contaminada con grandes retóricas o grandes épicas. Lo que en los ochenta, diez años después del golpe militar, con una universidad ideologizada, con la llegada de los pintores del exilio, no era fácil de entender -expica Machuca.

CARTAGENA, DEPRESIÓN Y MUERTE

..... Huye a Cartagena una mañana de 1976. Quería silencio. Luz matinal. Crepúsclo. "Yo me quería ir de Chile. Y de hecho me fui, porque Cartagena es distinto a Chile. Como ahí no había plata, no lo habían destruido todo, no habían convertido las cosas en otras cosas. Había techos con árboles encima, había caminos de ripio, había recuerdos de infancia", le dijo en una entrevista a Cristián Warnken.
..... Se asoma al mundo desde esa bahía tan pintoresca. Pretende alcanzar la gloria desde esa arena contaminada con restos de fruta. "Tenía esos fantasmas que lo tentaban con volver a Francia. Él quería ser traducido al francés. Ser publicado en París. Estaba parado en Cartagena de Chile, pero pensando en entrar a la historia universal de la literatura para quedar ubicado al lado de Flaubert. Yo le decía que tenía que volver a Santiago. Que en Santiago uno podía engañarse con las tiendas, los cafetines, la vida social, pero allá es como estar en la última punta del hemisferio sur. había un abismo entre esa Cartagena con cáscaras de sandía y el Parnaso"
..... Es allí donde vuelve a pintar. ¿Cuántas veces pintó el mar y la playa? ¿Cuántos los amigos que retrató sobre la arena? Sin embargo, su vida se hacía pesada, cuesta arriba.
..... "El realista le tiene mucho miedo a la muerte, tiene periodos de muchas depresiones y angustias, y se afirma entonces en estas ecuaciones de perfección, síntesis, economía de medios, de búsqueda de la esencia de las cosas", decía Couve.
..... Lo que pocos saben es que el artista sufría de depresión. Que esa soledad por la que él había optado lo dañaba irremediablemente.
-Vivir le provocaba angustia. Un dolor tremendo. Estuvo en tratamiento psiquiátrico. Fue paciente de Lola Hoffmann. Hasta estuvo hospitalizado por su depresión. Al momento de su muerte la cuenta telefónica de Cartagena registraba 65 llamadas a un primo hermano psiquiatra de Concepción. Llamadas de una hora. El del 11 de marzo era su tercer intento de suicidio. Antes lo había hecho colocándose una bolsa plástica en la cabeza, luego la llave del gas y, finalmente, la horca -dice Fernández Dodds-. Se había desconectado de toda su familia. La única persona a la que seguía ligado era a su tío José, que en los últimos años vivía en estado vegetal. Con su hermana Carmen también mantenía contacto, pero cuando ella decide pintar y firma Couve, a Adolfo se le viene el mundo abajo, porque encuentra que aquello no puede ser. Pero claro, no fue eso lo que lo mató.
..... Nunca quiso aceptar la terapia. sabía que aquello implicaba la ingesta de psicofármacos que actúan sobre la corteza cerebral, en donde se escondía su talento creativo. Fue la luz entrando por una ventana, la primera claridad del día, la sombra de un bodegón. Entendía que el viaje había que hacerlo liviano. Y se desligó de casi todo. Algunos creen que cuando ya no tuvo más que decir, cuando cerró los círculos de su obra, decidió despojarse de lo único que le iba quedando. Quien sabe si aquello fue lo último que pensó antes de saltar al vacío con la soga al cuello en esa larga madrugada del 11 de marzo de 1998.



en Revista del Sábado
Septiembre de 2002

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