El fantasma del realista se nos muestra a retazos,
vislumbres poderosas y breves.
El ojo traduce en verbo una luz amorosa e implacable que
construye el propio tema de su forma.
Adolfo Couve, personaje de su misma tentativa de
desaparición tras la obra, difumina aún más, precisándolos, los contornos de su
mito personal, mediante la concesión privilegiada de observaciones que luego
parecen obvias.
Porque tenemos la sensación de que no sólo estamos frente
a las manifestaciones de alguien que ha aceptado el riesgo de lo real, sino que
ha dedicado su vida a eludir las distracciones de la facilidad para afinar el
instrumento de su notación.
El pequeño libro que, con devoción artesanal, han urdido
Catalina Porzio y Macarena García, tiene mucho de subrayado personal. Imagino
que frente al bruto de la investigación ha sido una tarea que las ha llevado,
como se deja entrever en la introducción, a adoptar el sayo obsesivo del propio
autor, desbrozar y desbrozar.
El comentario del paratexto editorial bien podría haber
sido: “Un Couve esencial”.
En un formato, que como sus libros, y por casualidades de
la colección de la que pasó a formar parte, poco tiene de “volumen”, se nos abre el
abanico de su ideario estético, su laboriosidad, su infinita fraternidad con
los nadies, y la cualidad única de un humor que no deja títere con cabeza.
¿Quién es Couve? ¿Dónde está? La naturaleza impalpable
del tiempo expone indicios del hacedor de fantasmas, como piedras desenterradas
por la lluvia; pero las manos del
pesquisante permanecen vacías de su sombra; no es cosa que poner en un estante.
A pesar de ello, siempre he tenido la sensación de que
los escritores realistas –Balzac, Flaubert, Couve- se perfilaban
más mediante los pases ilusionistas para ocultar el yo, que aquellos que se
enterraban bajo una pila de escombro autorreferencial.
Culmino esta breve devolución agradecida, aparición innecesaria,
pudorosa y sobreadjetivada, con decir que me he reído, me he emocionado, lo he leído
en voz alta, de cabo a rabo y me queda esa sensación de cosa cada vez más
necesaria, imprecisa y que parece haber estado siempre allí sin que lo notaran.
* * *
(Agradecimiento especial a Catalina Porzio por hacerme llegar el libro, en forma segura, a través de la cordillera, y por sus colaboraciones con este blog.)
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